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La quietud que crea

Hay momentos en los que la vida no pide avanzar, sino detenerse.
No porque se haya acabado nada, sino porque algo invisible está naciendo.
La quietud que crea es esa pausa fértil en la que el alma respira y el cuerpo vuelve a su ritmo natural.
No es vacío, es semilla.
En su aparente silencio, la vida sigue tejiendo lo esencial.

A veces olvidamos que también se puede avanzar descansando.
El ruido externo nos empuja a producir, demostrar, resolver…
Pero el movimiento más profundo sucede cuando no haces nada, cuando te quedas.
Ahí florece una confianza más honda: la que no necesita pruebas, solo presencia.

La quietud que crea no es un estado pasivo, sino una práctica activa de escucha.
Cada vez que te detienes, eliges cuidar lo invisible.
Dejas espacio para que lo auténtico tome forma.
Puedes leer más sobre cómo reconocer los ciclos de transformación interior en El próximo umbral.

Ritual simbólico – La quietud que crea

Enciende una vela y mírala sin intención de pedir nada.
Solo obsérvala.
Deja que la llama respire contigo.
Siente el calor como recordatorio de tu propia luz.
A veces el fuego más vivo es el que arde en silencio.

Si quieres profundizar en la importancia del descanso consciente, puedes leer este artículo de La Vanguardia sobre los beneficios de aprender a parar:
👉 leer el artículo completo

✍️ Práctica de escritura

  1. ¿Qué parte de mí está pidiendo descanso?

  2. ¿Qué me cuesta soltar cuando dejo de hacer?

  3. ¿Qué podría florecer si me permito el silencio?

Haz de la quietud que crea tu maestra esta semana.
No la llenes: habítala.
Porque en esa pausa donde parece que no pasa nada,
la vida entera se prepara para florecer de nuevo.

Nos leemos en la próxima entrada,
donde seguiremos caminando despacio,
en el arte de sostener el ritmo.

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