“Un suspiro no es debilidad, es sabiduría del cuerpo.”
A veces, lo más necesario es lo que más olvidamos.
Respirar. Pausar. Escuchar.
No porque estés cansada… sino porque estás viva.
Detenerse a respirar con conciencia
es uno de esos pequeños portales invisibles
que pueden cambiarlo todo.
No hace falta una esterilla.
Ni cerrar los ojos.
Ni tener tiempo.
Solo hace falta voluntad de estar.
De no pasar por encima de ti una vez más.
Un suspiro no es debilidad.
Es sabiduría del cuerpo.
Es una llamada que te dice: baja, vuelve, detente.
Detente unos segundos.
Siente el aire entrando y saliendo.
Sin modificarlo, sin exigir nada.
Solo estar ahí, con eso que es.
Una palabra sencilla.
Un recordatorio de que estás aquí.
De que no hace falta hacerlo todo. Solo estar.
A veces el cuerpo pide silencio.
Otras veces, movimiento.
Esta intención te invita a quedarte cerca de lo que surge.
A veces creemos que parar es perder el ritmo.
Pero detenerse a respirar con conciencia
es recordarte que tu ritmo importa.
Es volver a ti en medio del ruido.
Es permitir que el cuerpo tenga la última palabra.
Elige un momento del día —entre dos tareas, en medio del ruido, mientras esperas algo—
y haz una pausa.
Apoya los pies en el suelo.
Lleva la atención a la respiración.
Cuenta tres inhalaciones profundas, sin forzar.
Suelta el aire con un suspiro.
Y di: Estoy aquí. Respiro. Me escucho.
Haz de este gesto una forma diaria de volver a ti.
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“Los 7 Susurros para volver a ti”.
Una guía poética y simbólica para mujeres que desean acompañarse en su transición vital
con calma, belleza y presencia.
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La respiración consciente puede reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional.
Con cada suspiro que honras, estás volviendo a ti.
Itziar
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